Si quieres conocer uno de los edificios más emblemáticos y hermosos de La Habana, no puedes perderte entonces visitar el Capitolio Nacional de Cuba, una obra arquitectónica que te sorprenderá por su majestuosidad y su historia.
Esta emblemática e imponente obra de la capital cubana fue construida entre 1926 y 1929 por encargo del presidente Gerardo Machado, con el objetivo de albergar las dos cámaras del Congreso de la República de Cuba. El arquitecto encargado del proyecto fue Eugenio Raynieri Piedra, quien se inspiró en el Panteón de París, el San Pablo de Londres y el Capitolio de los Estados Unidos para diseñar una fachada neoclásica con columnas y una cúpula que alcanza los 91,73 metros de altura.
Detalles constructivos
El Capitolio ocupa una superficie de 13.484 m2, rodeada por 26.391 m2 de jardines diseñados por el urbanista francés Jean Claude Forestier, con paseos, aceras, bancos y farolas de bronce, hierro y concreto.
La construcción del Capitolio fue una verdadera proeza técnica y artística, que se realizó en solo tres años y 50 días, gracias al empleo de métodos constructivos avanzados para la época y al trabajo de miles de obreros y artesanos. El edificio se levantó sobre una estructura metálica reforzada con hormigón armado, que le confiere una gran resistencia sísmica. La cúpula se construyó con un sistema de anillos concéntricos apoyados sobre ocho pilares metálicos que se elevaban desde el sótano hasta la linterna. La cubierta exterior de la cúpula está formada por planchas de cobre recubiertas con una capa de oro.
La entrada principal está flanqueada por seis columnas dóricas y dos esculturas de bronce que simbolizan el trabajo y la virtud. El interior del Capitolio está decorado con mármoles, bronces, maderas preciosas, pinturas y esculturas que reflejan la historia y la cultura cubanas.
Destaca el Salón de los Pasos Perdidos, un amplio espacio central que comunica las dos alas del edificio, donde se encuentran dos de los principales ¨Must See¨ del lugar: El brillante que marca el Kilómetro Cero de las carreteras cubanas y la Estatua de la República.
El diamante del Kilómetro Cero
El diamante del Capitolio de la Habana es un misterio que ha intrigado a muchos historiadores y aficionados a través de los años. Se trata de una réplica del diamante Hope, regalo del zar Nicolás II de Rusia al entonces presidente Machado que fue colocado, marcando el kilómetro cero de las carreteras cubanas, en el centro del vestíbulo del edificio en 1929 como símbolo de la riqueza y el progreso de la nación.
Sin embargo, en 1946 fue robado por unos ladrones que dejaron una nota indicando el tiempo que tardaron en llevarse la piedra y su peso de 25 quilates, aunque 15 meses después reapareció misteriosamente en el despacho del entonces presidente Ramón Grau San Martín, sin que se supiera quién lo robó ni quién lo devolvió.
Por otra parte, se asegura que desde 1973 fue trasladado por razones de seguridad a una bóveda del Banco Central de Cuba y que desde entonces una réplica ocupa su lugar en el Capitolio.
La Estatua de la República
La Estatua de la República es una de las obras más emblemáticas del Capitolio de La Habana. Esta escultura de bronce laminado en oro de 24 quilates mide 17,54 metros de altura y pesa 49 toneladas, lo que la convierte en la tercera mayor estatua bajo techo del mundo, solo superada por el Buda de Nara en Japón y el Abraham Lincoln Memorial en Estados Unidos.
Representa a la diosa griega Atenea, símbolo de la sabiduría, la guerra y las artes, pero con rasgos y atributos propios de la mujer cubana. Fue creada por el escultor italiano Ángelo Zanelli, quien se inspiró en el rostro de Elena de Cárdenas, una criolla casada con un amigo suyo, y en el cuerpo de Lily Valty, una mulata habanera de elegante figura.
La estatua, inaugurada el 20 de mayo de 1929, fue colocada en el centro del Salón de los Pasos Perdidos, debajo de la cúpula del Capitolio y sobre un pedestal de mármol blanco que contiene una urna con tierra de las provincias cubanas. Sostiene en su mano izquierda una lanza y en su mano derecha el escudo nacional. En su cabeza lleva un casco adornado con una estrella de cinco puntas y mira hacia el horizonte, como expresión de la soberanía y el orgullo de la nación cubana.
Ha sido sometida a varias restauraciones a lo largo de los años senda lamás reciente la realizada en 2019 cuando se le aplicó una nueva capa de oro y se le devolvió su brillo original. La Estatua de la República del Capitolio de la Habana es sin duda una obra maestra del arte y un símbolo del patrimonio cultural cubano.
Restauración y actualidad
Desde el año 2010 se inició un ambicioso proyecto de restauración integral del Capitolio, liderado por la Oficina del Historiador de la Ciudad y el historiador Eusebio Leal, fallecido en 2020.
La restauración del Capitolio ha sido un desafío enorme, tanto por la complejidad técnica como por la magnitud histórica y artística de la obra. Se trata de recuperar y conservar todos los elementos originales del edificio, desde los materiales nobles como el mármol, el bronce y la madera, hasta los sistemas eléctricos, hidráulicos y de climatización respetando el diseño original.
El proceso de restauración ha contado con el apoyo financiero y técnico de varios países como Rusia, China, Francia e Italia y entre los aportes más destacados se encuentran las láminas de oro de 24 quilates que cubren la cúpula y la estatua de la República, donadas por Rusia; los equipos de iluminación LED que realzan la belleza nocturna del edificio, donados por China y los especialistas en restauración de pinturas murales y esculturas de varios países que han colaborado con los expertos cubanos.
La restauración del Capitolio ha sido un regalo para La Habana en su quinto centenario, celebrado en 2019 y un homenaje a Eusebio Leal, quien dedicó sus últimos años de vida a esta obra monumental. El resultado es un edificio renovado y resplandeciente, que recupera su esplendor original y su función pública.
El Capitolio es uno de los centros turísticos más visitados de La Habana, y es considerado uno de los seis palacios más relevantes a nivel mundial. Su belleza arquitectónica y su valor histórico lo convierten en un símbolo de la ciudad y del país que debe ser admir ado por todos los que viajen a La Habana.
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