Cuba será siempre – por múltiples razones – un lugar para visitar, pero si hay una ciudad que cautiva por su autenticidad y su especial belleza, esa es Trinidad. Pasear por sus calles es como trasladarnos casi dos siglos hacia atrás en el tiempo y en la historia porque, en realidad, su centro histórico ha cambiado muy poco desde entonces.
Por todas estas razones, y otras más, la villa fue declarada en 1965 Monumento Nacional y en 1988 la UNESCO la reconoció como Patrimonio de la Humanidad.
Una ciudad detenida en el tiempo
La ciudad fue fundada en 1514 por Diego Velázquez de Cuéllar como la Villa de la Santísima Trinidad y supuso el tercer asentamiento español tras Baracoa y Bayamo. Sin embargo cuatro años más tarde quedó casi vacía cuando Hernán Cortés pasó por ella reclutando mercenarios para la expedición de conquista de México.
A lo largo del siglo XVII Trinidad cayó en el olvido. Las autoridades de la Corona española estaban en La Habana y las comunicaciones eran casi imposibles por lo que el lugar se convirtió en refugio de piratas y contrabandistas. Sin embargo todo cambió a finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX, cuando multitud de ingenios azucareros se asentaron en las fértiles tierras del Valle de los Ingenios, llegando a producir un tercio de todo el azúcar cubano.
Como siempre sucede, el comercio supuso riqueza y la riqueza levantó los grandes edificios y las lujosas mansiones que aún hoy siguen flanqueando sus calles. La ciudad creció hasta que las guerras de independencia arrasaron las plantaciones de caña y la ciudad entró en un profundo letargo durante todo un siglo.
Qué podemos encontrar en Trinidad
En realidad Trinidad no nos ofrece demasiadas cosas espectaculares que ver o hacer, pero lo que nos muestra es tan intenso, anecdótico y poco común, que sería imperdonable perdérnoslo.
Es una ciudad que se disfruta simplemente caminando sus calles empedradas y deleitándonos con la magia de sus preciosas, coloridas y enormes casas coloniales. Trinidad es una ciudad que nos contagia con su ritmo pausado y nos invita a disfrutar de la vida de manera sana, pero intensa.
Lugar ideal para fotografiar atardeceres especiales o para mezclar el ron, la miel y el limón en una sola bebida refrescada con hielo en la Taberna la Canchánchara, mientras movemos los pies , a veces sin darnos cuenta, escuchando un poco del mejor Son cubano.
Cinco lugares a visitar en la ciudad de Trinidad
Trinidad nos presenta múltiples atractivos en torno a la Plaza Mayor, un lugar rodeado por palacios convertidos en museos, iglesias y casas coloniales. Un lugar que parece haber detenido el tiempo.
La Plaza Mayor
Constituye el corazón del centro Histórico Urbano de Trinidad. Rodeada por notables residencias, la mayoría de ellas construidas en los años 1800, es un lugar que ha llegado a la actualidad tal como podían verse a mediados del siglo XIX.
La plaza está compuesta por cuatro rectángulos simétricos para la jardinería y el resto del área pavimentada con la llamada “Loza Bremesa”. Dos calles se cortan perpendicularmente y en el centro se origina un espacio circular con un pedestal que sostiene una escultura de mármol de la musa de la danza Terpsícore. Un enrejado, traído especialmente desde Filadelfia, cierra los accesos y dos galgos fundidos en hierro, provenientes de la Quinta de San Justo Germán Cantero, escoltan la entrada de la plaza. En las partes más elevadas pueden apreciarse – aun en perfecto estado de conservación – los dos aljibes construidos hacia el año 1868 para garantizar el agua de la ciudad. Se le considera la segunda en importancia del país, después de la Plaza de la Catedral, en La Habana.
La Iglesia de la Santísima Trinidad
La Iglesia de la Santísima Trinidad fue construida entre los años 1817 y 1892. La demora de 75 años en su construcción provocó que a lo largo de ella se siguieran distintos estilos como el neoclásico, el griego y las propias tendencias del siglo XIX.
Es uno de los mayores templos del país. Cuenta con cinco naves y tiene un gran prestigio por la riqueza y el arte interior. Destaca la imagen de Nuestro Padre Jesús, cuya túnica bordada en oro fue donada por la reina Isabel II. En su campanario encontramos tres campanas: La Santísima Trinidad, La Mayor y la de Nuestra Señora de la Consolación.
Convento de San Francisco. La famosa Torre Amarilla
Fue una institución de tipo religiosa que existió en Trinidad durante la época colonial. Su construcción por parte de los monjes franciscanos y en especial por Fray José de la Cruz Ezpí de Valencia data de los siglos XVIII y XIX.
Aún en proceso de construcción abrió sus puertas a los fieles el 11 de abril de 1813. Fue la construcción más alta de la villa en aquella época. En 1826 ya había dejado de funcionar como centro religioso debido al debilitamiento de la Orden Franciscana en Trinidad.
El elemento más destacado de este lugar es su campanario abovedado de varios niveles, pintado de color amarillo y blanco. Si subes por una estrecha escalera llegarás a la plataforma de observación desde donde podrás disfrutar la vista panorámica la Plaza Mayor y de los tejados de la ciudad, así como del paisaje de las montañas del Escambray y el Mar Caribe como fondo.
Playa Ancón, la playa de Trinidad
La Playa Ancón es una playa de unos 4 kilómetros de arena fina y blanca, ubicada a sólo 12 km al sur de Trinidad, Cuba, que nos ofrece excelentes fondos marinos en los que explorar la cercana barrera coralina. Además, cuenta con una importante reserva arqueológica en la que yacen infinidad de barcos y galeones de asaltos a corsarios. La zona es perfecta para los amantes del snorkel o el buceo, contando con más de veinte puntos de inmersión.
La gran diferencia de esta playa con respeto a otras es su cercanía a una ciudad, Trinidad en este caso, por lo que no es necesario alquilar en un lujoso hotel para disfrutar de sus bondades sino que te puedes alojar en Trinidad e ir a la playa cada día en bus, bicicleta o taxi.
El Valle de los Ingenios
El Valle de los Ingenios, ubicado en el centro de Cuba, es una extensa planicie de forma triangular que abarca alrededor de 250 kilómetros cuadrados de fértiles tierras. Junto con la ciudad de Trinidad, fue reconocido por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad en el año 1988.
El lugar fue una de las regiones azucareras más grandes de la época. Albergó entre los Siglos XVIII y XIX a la más rancia aristocracia criolla dedicada a la industria azucarera en gran escala, una producción de entre 75 mil y 140 mil arrobas de caña por caballería, basadas – claro está – en el trabajo de miles de esclavos.
El Valle de los Ingenios, ubicado en el centro de Cuba, es una extensa planicie de forma triangular que abarca alrededor de 250 kilómetros cuadrados de fértiles tierras. Junto con la ciudad de Trinidad, fue reconocido por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad en el año 1988.
El lugar fue una de las regiones azucareras más grandes de la época. Albergó entre los Siglos XVIII y XIX a la más rancia aristocracia criolla dedicada a la industria azucarera en gran escala, una producción de entre 75 mil y 140 mil arrobas de caña por caballería, basadas – claro está – en el trabajo de miles de esclavos.
El valle cuenta con 65 sitios arqueológicos, incluidas 13 casas haciendas, en algunas de las cuales podemos apreciar aún sus calderas, torres, sistemas industriales de la época y muchos vestigios propios de la producción azucarera de los siglos del XVIII y XIX.
Estas son sólo cinco de las muchas razones por las que debes visitar Trinidad, a las que podemos agregar infinidad de museos temáticos y variados y pintorescos lugares donde tomarnos un coctel, saborear la comida del patio o escuchar música cubana.
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